viernes, 19 de diciembre de 2014

Principio y final de los combates de Gladiadores

Curioseando por internet, he encontrado un gran artículo, publicado en el blog de arqueológia http://arqueologia-paleoramaenred.blogspot.com.es/ (gran blog por cierto), dedicado a los orígenes de la lucha entre gladiadores, que combinaré con otro del fin de estos combates.

Los combates entre gladiadores tienen su origen en ritos fúnebres.


Capitel con gladiadores del siglo I
El origen de los combates. Nicolás de Damasco nos cuenta que en el año 264 a.C. se celebró un funeral en honor de Junio Bruto Pera, cuya última voluntad había sido que sus dos hijos organizaran tres combates simultáneos en la feria de ganado local. Cien años más tarde, la celebración de este tipo de juegos fúnebres en los que se enfrentaban varios esclavos propiedad de los organizadores se había convertido en una costumbre. Alcanzaron tanta popularidad que en el año 174 a.C., Tito Quinto Flaminio organizó un munus (servicio fúnebre en honor del finado) en Roma que consistió en enfrentar a 74 hombres en una serie de combates singulares que se prolongó durante tres días.

Los munera solían celebrarse en diciembre, coincidiendo con las saturnales (Saturnalia), fiestas en honor de Saturno, un dios al que se relacionaba con los sacrificios humanos. Además de los combates, se incluían las famosas venatio, batidas de caza en las que se abatían bestias traídas de todo el mundo, para demostrar cómo Roma era capaz de subyugar a otros pueblos.

Estos ritos fueron extendiéndose entre la población, hasta tal punto que las elites políticas y económicas se dieron cuenta de que la organización de los munera era una forma de extender su fama más allá de la muerte. Un número creciente de patricios empezaron a incluir la celebración de estos juegos en su testamento. Los niveles de exigencia fueron creciendo, ya no bastaban unos cuantos luchadores y el armamento fue evolucionando hasta convertirse en el espectáculo en el que acabó derivando.

Juegos de éxito
El combate entre gladiadores no dejaba indiferente a nadie. Los mismos intelectuales de la época, como Séneca, Cicerón o Plinio el Joven, veían aspectos negativos y positivos al mismo tiempo. Mientras Cicerón les consideraba “hombres arruinados y bárbaros”, opinaba también que, “cuando se trata de criminales condenados los que luchan con la espada… ninguna lección podía ser más efectiva contra el dolor y la muerte”. Por su parte, Séneca se horroriza ante la muerte del hombre para “el juego y diversión”, pero también ve en los gladiadores un ejemplo de cómo afrontar la muerte con valor.
Escena de Spartacus, se ve lo codiciado que era un gladiador
 para las mujeres

Entre los ciudadanos, el éxito era tremendo, especialmente entre las mujeres, aunque el término gladiador se utilizaba como insulto, especialmente desde las rebeliones de Espartaco. Así lo atestigua una rúbrica de un gladiador encontrada en Pompeya “Celado Octaviano, tracio, tres victorias, tres coronas: suspiro de todas las mujeres”. El satírico Juvenal cuenta el caso de Epia, esposa de un senador, que abandonó a su marido por un luchador llamado Sergio, ajeno a cualquier atractivo físico, pero triunfador en la arena.


No faltaban tampoco los romances sonados, entre actrices y gladiadores, como es el caso del fragmento de cerámica, usado quizá como amuleto, que se encontró con el siguiente mensaje: “Verecunda, la actriz, ama a Lucio, el gladiador”. La hipocresía de la sociedad romana, que criticaba a los gladiadores, pero luego les alentaba y asistía en masa a los juegos, fue criticada por los autores cristianos Tertuliano o San Gerónimo.
Una señal del éxito de estos juegos no es otra que el progresivo perfeccionamiento del espacio en el que se celebraban, que pasó de ser una construcción tosca en la que se aprovechaba el relieve del suelo completándose con cascotes que hacían de gradas a convertirse en los grandes anfiteatros que aún hoy se conservan en Roma (Coliseo – 50.000 espectadores), Túnez (el Djem – 30.000 espectadores), Leptis Magna (Libia – 16.000 espectadores), Pula (Istria, Croacia – 20.000 espectadores), Emérita Augusta (15.000 espectadores), Tarraco (14.000 espectadores) o Pompeya (12.000 espectadores).
También se producían disturbios, como atestigua un grafito del anfiteatro de Pompeya datado en el siglo I d.C. en el que se representa un hecho relatado por el historiador Tácito, que da cuenta de un enfrentamiento entre pompeyanos y nucerinos con motivo de unos juegos organizados por Livineyo Régulo en el año 59 d.C. Como consecuencia de ello, se envió al exilio al organizador y se castigó a la ciudad sin espectáculos durante diez años, aunque poco después Nerón levantó la sanción.
Procedencia y organización de los gladiadores
Aunque en su mayoría eran hombres, también se han documentado casos de gladiadoras, como Amazonia y Aquilia, representadas en un relieve del Museo Británico de Londres. La edad de los combatientes solía estar comprendida entre los 18 y los 25 años, aunque los había que prolongaban su trayectoria por muchos más años dada la fama y el dinero que podía conseguirse. El reclutamiento se producía entre prisioneros de guerra, esclavos, condenados a muerte que conmutaban su pena por el servicio en la arena u hombres libres que daban este salto para hacer fortuna. La mayoría de ellos tenían, por tanto, algo que ganar.

Ludus Magnus de Roma en época romana
El primer paso era la admisión en los ludi gladiatori, las escuelas que imponían un duro régimen disciplinario a los luchadores a fin de conseguir la virtus. La escuela contaba con masajistas y doctores (entrenadores). Los venatores, que se batían con fieras, disponían de los mismos servicios. Los cuidados que se ofrecían a los gladiadores en los ludi eran muy buenos, pues se procuraba que gozaran de la mejor salud para los combates. No era el mismo caso de los noxii, criminales condenados por robo, violación o asesinato. Perdían sus derechos y se enviaban a prisión, de la que saldrían para ir a la arena. No recibían entrenamiento, solo eran eliminados en público, obligándolos a pelear y matar a otros noxii. Es a ellos a quiénes debe asignarse la frase “Ave César, los que van a morir te saludan”, usada por Suetonio para referirse a unos condenados que iban a participar en una naumaquia.
Los gladiadores se organizaban en torno a familias gladiatoras, grupos de luchadores propiedad de un lanista, representante que concertaba los combates y administraba la contabilidad del grupo. Normalmente era uno de ellos, que había conseguido la libertad una vez logrado el rudis, la espada de madera que se obtenía como consecuencia de la acumulación de éxitos durante toda una vida de combates y que otorgaba el ansiado retiro.
                                                               Fin de los gladiadores
Mosaico que muestra luchas entre
gladiadores, siglo I a.c.
En el 404 d.c., en Roma tiene lugar la última competición conocida entre gladiadores. Telémaco el Gandhi de la época lo hace posible con una acción no violenta, arrojándose a la arena para separar a los gladiadores y detener el espectáculo, siendo posteriormente asesinado a pedradas por los coléricos espectadores. Ante estos acontecimientos el emperador Honorio clausuraría definitivamente y para siempre las luchas de gladiadores.

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